Cristo na cruz. Os pés tocam a terra.
Os três madeiros são de igual altura.
Cristo não é o do meio. É o terceiro.
A negra barba pende sobre o peito.
O rosto não é este das gravuras.
É áspero e judeu. Mas não o vejo
E vou buscá-lo sempre até o dia
De meu último passo sobre a terra.
O homem alquebrado sofre e cala.
A coroa de espinhos o castiga.
A chacota da plebe não o alcança
Já tantas vezes viu sua agonia.
A sua ou a desse outro. Dá no mesmo.
Cristo na cruz. Desordenadamente
Pensa no reino que talvez o espera,
Pensa numa mulher que não foi sua.
Não lhe foi dado ver a teologia,
A Trindade indecifrável, os gnósticos,
As catedrais, a navalha de Occam,
Nem a púrpura, a mitra, a liturgia,
A conversão de Guthum pela espada,
A Inquisição, o sangue de seus mártires,
As atrozes Cruzadas, Joana d´Arc,
O Vaticano que bendiz exércitos.
Sabe que não é deus e que é um homem.
Ele morre com o dia. Não lhe importa.
Importa o duro ferro desses cravos.
Não é romano. Não é grego. Geme.
A nós deixou esplêndidas metáforas
E uma doutrina de perdão que pode
Anular o passado. (Esta sentença
Escreveu-a um irlandês no cárcere.)
Sua alma busca o fim, impaciente.
Escureceu um pouco. Já está morto.
Anda uma mosca pela carne quieta.
De que vale saber que tenha esse homem
Por mim sofrido, se eu sofro agora?
Trad.: Ivo Barroso
Cristo en la cruz
Cristo en la cruz. Los pies tocan la tierra.
Los tres maderos son de igual altura.
Cristo no está en el medio. Es el tercero.
La negra barba pende sobre el pecho.
El rostro no es el rostro de las láminas.
Es áspero y judío. No lo veo
y seguiré buscándolo hasta el día
último de mis pasos por la tierra.
El hombre quebrantado sufre y calla.
La corona de espinas lo lastima.
No lo alcanza la befa de la plebe
que ha visto su agonía tantas veces.
La suya o la de otro. Da lo mismo.
Cristo en la cruz. Desordenadamente
piensa en el reino que tal vez lo espera,
piensa en una mujer que no fue suya.
No le está dado ver la teología,
la indescifrable Trinidad, los gnósticos,
las catedrales, la navaja de Occam,
la púrpura, la mitra, la liturgia,
la conversión de Guthrum por la espada,
la inquisición, la sangre de los mártires,
las atroces Cruzadas, Juana de Arco,
el Vaticano que bendice ejércitos.
Sabe que no es un dios y que es un hombre
que muere con el día. No le importa.
Le importa el duro hierro con los clavos.
No es un romano. No es un griego. Gime.
Nos ha dejado espléndidas metáforas
y una doctrina del perdón que puede
anular el pasado. (Esa sentencia
la escribió un irlandés en una cárcel.)
El alma busca el fin, apresurada.
Ha oscurecido un poco. Ya se ha muerto.
Anda una mosca por la carne quieta.
¿De qué puede servirme que aquel hombre
haya sufrido, si yo sufro ahora?